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Festival Vallenato 2001
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LOS GALLOS FINOS: PASIÓN QUE NUNCA SE ACABA
Por Agustín Bustamante Ternera




Cuando los españoles con base en la violencia se instituyeron definitivamente en nuestro territorio, nos impusieron muchas costumbres, ritos, y aficiones que traían consigo. En tiempos coloniales cuando ya nos habían legado infinidades de sus tradiciones, algunas con tintes paganas, como la conmemoración de las fiestas religiosas en honor a un santo patrono, hecho preestablecido según el santoral - El santo correspondiente era el que regía el día de fundada la población - , conjuntamente surgió en la zona la afición por las peleas de gallos finos. Estos animales de bella estampa esconden tras de sí un instinto asesino que los conlleva siempre a arremeter contra el adversario, su veracidad y el honor con que hacen respetar su casta ha conducido a muchos seguidores suyos a dedicarse de manera minuciosa a su cría, desde su nacimiento hasta su muerte natural o en combate, de tal forma que hasta ha causado disoluciones de hogares por el abandono del marido a la mujer por su total consagración a los animales en mención.

A través del tiempo el hombre ha sido un fiel admirador de la estirpe de esta raza, al punto de dedicarse a él disponiendo de todos los medios a su alcance, con la finalidad de mejorar cada vez más sus virtudes innatas de guerrero. Además de hacer gala de su gallardía hasta la muerte, el gallo con su canto madrugador se ha constituido para nosotros en el signo señalizador del comienzo de un nuevo día, al igual que en su canto se entrelazan mensajes proféticos capaces de alertar al hombre en el sentido que es asechado por el mal, hasta se comentan que predicen catástrofes naturales: Terremotos, huracanes, etc.


ORÍGENES

Los gallos finos de nuestra región fueron traídos por los españoles en época de la conquista pertenecen a la raza banquivoide - gallos gallus -, del grupo de los galliformes domesticados en la India y en Sumatra, donde aún conviven diversos tipos de gallos en estado salvaje.

Cuando los griegos extendieron sus dominios a Asia, se encantaron con los galos finos y los llevaron a su territorio.

Progresivamente fueron reemplazando por las riñas de gallos las horrorosas escenas que realizaban en los circos donde los gladiadores luchaban a muerte satisfaciendo el sadismo de sus superiores.

Según investigadores de Tomás Darío Gutiérrez, fue el griego Temistocles quien incorporó a la cultura, para herencia de muchos pueblos, las riñas de gallos, al instituirlas como celebración anual en Grecia.

De los griegos, esta afición la heredaron los romanos, y estos durante la extensión de su imperio la transmitieron a la Península Ibérica, desde donde los españoles, en momentos de la conquista la trajeron a América.

Tal vez uno de los primeros conquistadores en traer gallos a nuestro continente fue Gonzalo Jiménez de Quezada quien llegó a estas tierras en 1536 a través del puerto de Santa Marta. Para esa época se cree que también llegaron los gallos a Riohacha, desprendiéndose de aquí que estos hermosos animales están en Valledupar desde su entrada a América.

Sipnósis histórica de las riñas de gallos en Valledupar

Las riñas de gallos en Valledupar datan de la colonia cuando generalmente se realizaban en el plano de las fiestas religiosas o en tiempo de Navidad, haciéndose famosos los cruces entre los incipientes galleros del Valle de Upar con los de San Lucas del Molino, Becerril del Campo, Espíritu Santo (Codazzi) y Santo Tomás de Villanueva, donde las apuestas no giraban en torno al dinero sino a pago en especies: Productos de pan coger o anímales domésticos.

Para el siglo XIX Valledupar contaba con una gallera construida en el patio de la casa conocida hoy como “El balcón de los Maestres”, mientras en las poblaciones vecinas continuaban realizándose riñas en las calles, en los patios o en las plazas públicas; lo que viene a darle a nuestra ciudad el status como la más organizada en este tipo de espectáculo.

Según informaciones del gallero Darío Pavajeau Molina, su bisabuelo, don Tomás Pavajeau, de origen francés, en la década de 1870 estableció en la plaza principal un negocio comercial denominado “Guatapurí”, en cuyo patio construyó una gallera. Don Tomás era hijo del entonces Cónsul de Francia en Cartagena Don Juan Pavajeau, decidió fijar su residencia en Valledupar, donde legó a su familia su pasión por los gallos: Su hijo Juan Bautista, su nieto Roberto y su bisnieto Darío, son un claro ejemplo de lo que escribimos. Lo anterior nos confirma que en Valledupar las riñas de gallos como en otros lugares del mundo, fue al principio una forma de diversión propia de la alta clase social, que con el transcurso del tiempo se fue popularizando.

Otros investigadores confirman lo anterior, afirmando que en tiempos pasados el redondel estaba situado en los traspatios de las casas coloniales, propiedad de las familias distinguidas, las riñas permitían el regocijo de la servidumbre. “La Cacica” nos recuerda que en épocas recientes Alfonso Pimienta Arregocés administró durante décadas la vieja gallera vallenata, ubicada en la antigua calle San Cayetano casa de por medio con el panóptico conocido como “ El mamón” y donde los domingos de reunían los hombres del pueblo para observar o apostar, casi siempre bajo la severa vigilancia del permanente juez de las riñas, don Santander Araujo. Años después la valla para las riñas de esa gallera fue trasladada al barrio Gaitán, administrada por los hermanos Rafael, Víctor, Cesar y Ezequiel Maestre Acosta, bajo el nombre de “Club Gallístico” hasta cuando fue trasladada al traspatío de la casa del matrimonio de Don Miguel Yaneth y doña Carmela Molina, donde se realizaron encuentros apoteósicos. Don Miguel fue un apasionado por los gallos, fue tanta su devoción que su nombre como criador y conocedor de estos animales traspasó las fronteras, fue considerado uno de los mejores calzadores e incluso dio origen a una generación connotada de galleros que nació y creció bajo sus sabias orientaciones, entre otros; Darío Pavajeau Molina, Lucas Monsalvo Araujo, José María “Chema” Castro, Celso “Checho” Castro Castro, Carlos Liñán, Salomón Saad, César “EL Negro” Morón, Lucas y Arturo Monsalvo Villazón, Orlando Navarro, Jorge Názaris.

Coliseo Gallístico Miguel Yaneth (Diag. 20 No. 19-55)

En 1969, los galleros Tirso Maya, Lucas Monsalvo, Luía Alfonso Baquero, Hugues Rodríguez, Manuel Gutiérrez Acosta, José Bolívar Mattos, Darío Pavajeau Molina, Salomon Saad, Rodolfo Maestre y Eduardo Mattos; contrataron los servicios del arquitecto Raul López Araujo, para que diseñará y construyera un coliseo gallístico que estuviera a la altura del acelerado y pujante desarrollo de Valledupar. Tres meses después la obra estuvo lista y le dieron el nombre de quien fuera el más eximio exponente de esta pasión, Miguel Yaneth, fallecido en 1967. El coliseo gallístico Miguel Yaneth de Valledupar es considerado como uno de los mejores y más hermosos de Latinoamérica, varias cuerdas de otras ciudades han copiado sus planos. Por ella han desfilado galleros procedentes de Cuba, Puerto Rico, Panamá y Venezuela y de todos los departamentos costeños de Colombia, además de Antioquía. Ya se volvió costumbre la temporada gallística en Valledupar paralela al festival de la leyenda Vallenata, desde el 28 de abril hasta el 1º de mayo. Como dato anecdótico el 29 de abril de 1986 se efectuaron 88 riñas en un solo día, estableciendo un récord en la Miguel Yaneth.


La versión de Darío Pavajeau Molina

“Nuestra cría es de tradición española. El punto de los enrases era el mojan, existiendo mucho la pluma camagüey y la pinta dominó. Esas razas traídas de Venezuela penetraron a Riohacha y se extendieron a Barrancas, San Juan, Villanueva, llegando a Valledupar, donde se ha dado el mejor criadero de gallos finos. Posteriormente llegaron otras razas de origen cubano que entraron por Fundación, cuyos enrases lo hicieron Benjamín y Atanacio García y un señor de apellido Perné, quienes entraron a Valledupar con ejemplares de gallos puros, dejando en nuestra región gallos padres que con nuestros criollos seleccionaron grandes gallos de pelea y que más tarde se ha continuado mejorando la raza, hasta el punto de que hoy tenemos tan buenos gallos como en España y en otro lugar del mundo”.

En Valledupar hubo gallos famosísimos de origen venezolano como “La turbina” de Yin Daza, Puya de paja” de Jacobo Daza, “Guarecú” de Andrés Becerra, “Charrito” de Miguel Yaneth, de origen cubano, como “Arranca Pluma” de Benjamín García, “Quinina” de Perné, “El colú” de Atanacio García.

Bajo el concepto de gallero se conoce al propietario de cuerda o gallería (sitio donde se cuidan o entrenan gallos), de aquí se desprenden otras expresiones como criador o enrazador, el entrenador el simple aficionado que no apuesta sino que se divierte, el gallero completo, cuya vida gira en torno a los gallos: enraza, cría, cuida, entrena calza y hasta suelta el gallo en la valla.


Para Reflexionar

Aunque las sociedades protectoras de anímales a nivel mundial insisten en desaprobar las peleas de gallo fino vale la pena anotar que estos animales por instintos nacen predispuestos para combatir y sí se encontrarán por casualidad en un estadio natural harían los mismo que hacen en un coliseo: Vencer o morir ante el adversario.

En este mágico mundo de sana diversión la palabra está por encima de cualquier consideración, el verdadero gallero no firma letra ni pagaré, con su “Palabra de gallero”, basta. Por eso esta afición es para hombres de honor, serios y honrados a toda prueba.

Las concentraciones de gallo no son permanentes sino que tienen su época: Diciembre en: San Diego, San Juan, Patillal, Manaure; febrero en Villanueva, Abril en Valledupar, mayo en Pivijay.

Un gallo fino de pelea es coprotagonista de la obra del Nobel Gabriel García Marqués “El Coronel no tiene quien le escriba”, sí mismo el escritor mexicano Juan Rulfo se inspiró en ellos anímales y le dejó a la literatura la obra “El gallo de Oro”

Casi siempre el ambiente de una riña de gallos se termina confun-diendo con una buena parranda vallenata.


El Gallo Fino de la Música Vallenata


Por todos los elementos que hemos relatado entre otros, su valentía su estampa, 6el gallo ha sido fuente inspiradora de los compositores vallenatos. En algunos temas los autores establecen un símil entre ellos y el animal para exteriorizar su ego, entre otros exaltan al gallo como tal cual es, un animal de casta; entre otros es comparado con notables artistas y otros hasta o equiparon con ilustres personajes de talla presidencial.

Algunas canciones cuyos protagonistas son los gallos:
El gallo tuerto (José Barrios)
El pollo vallenato (Luís Enrique Martínez)
Los gallos de Pivijay (Armando Zabaleta)
El Gallo Caraballo (Luís Enrique Martínez)
EL Gallo Jabao (Luís Enrique Martínez)
EL Gallo Viejo (Emiliano Zuleta Baquero)
Gallo Viejo (Emiliano Zuleta Díaz)
López El Pollo (Rafael Escalona)
La muerte del buen amigo (Julio Oñate Martínez)
El Cordobés (Adolfo Pacheco)
El Gallito (Leandro Díaz)
El Gallo Jugao (Luís Enrique Martínez
El Viejo Pollo (Enrique Díaz)
Pico y Espuela (Emiliano Zuleta Baquero)
El Gallo y el Pollo (Diomedes Díaz)
El Gallo Negro (Beto Rada)




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